Bristol está a quince kilómetros del mar de Irlanda. Aunque, en realidad, es el llamado Canal de Bristol, que separa el Oeste de Inglaterra de Gales. Pero esa distancia no evita que sea un puerto comercial importante, el segundo de Gran Bretaña tras Liverpool. Una importancia que ya se remonta al siglo XII. Se trata, en realidad, del puerto fluvial sobre el Avon, que en la ciudad (igual que en otras urbes inglesas) se ramifica con canales que surgen de su cauce.
Después de la ciudad, camino al mar, el rio Avon se encajona en una garganta, que se salva desde hace más de ciento cincuenta años por el Puente Suspendido, el emblema de la ciudad y de la arquitectura industrial del siglo XIX. Se concluyó en 1864 pero la idea de construir un puente sobre la garganta del Avon se remonta a 1753.
El Clifton Suspension Bridge es obra del ingeniero Isambard Kingdom Brunel, uno de los personajes más importantes de la historia británica. A sus veinte años colaboró con su padre en la construcción del primer túnel bajo un río, en concreto el Támesis. Realizó puentes, túneles, trenes y barcos… pero su obra cumbre, el puente de Clifton, no pudo verlo terminado porque murió antes de un derrame cerebral y de los veinte puros que se fumaba todos los días…
A Brunel se debe también el barco SS Great Britain, que diseñó veinte años antes que el puente suspendido. Fue el primer transatlántico de acero propulsado mediante hélice y en su momento se consideró el barco más grande jamás construido. En el puerto de Bristol está anclado y puede visitarse. Desde esta ciudad zarpó unos siglos antes Giovanni Caboto (John Cabot, para los ingleses y Juan Caboto para los españoles). El marinero genovés recaló en Inglaterra, tras el rechazo portugués y castellano, y desde aquí fue el primero en llegar en 1497 a la parte continental de América, en concreto Terranova, en la actual Canadá.
Tanto trajín en el comercio de ultramar también contempló páginas negras como ser el centro del comercio de esclavos. Desde Bristol partían los barcos hacia África en busca de esclavos, que transportaban a América, de donde regresaban con la caña de azúcar. Sólo en el siglo XVIII más de dos mil barcos hicieron esta ruta triangular y comerciaron con medio millón de pobres africanos esclavizados. El tráfico marítimo permitió, sin embargo, ejemplos de la buena literatura porque en una de las tabernas de la localidad, The Llanfoger Trow, nacieron, dice la leyenda, nada menos que “La isla del Tesoro” o “Robinson Crusoe”.
Pasadas esas épocas, hoy hay una importante vida universitaria con dos Universidades y cuatro Colleges y, por lo tanto, mucha animación cultural. En el arte, Bristol siempre se identifica con Banksy, ese anónimo artista callejero del que sólo se sabe a ciencia cierta que nació en esta localidad. Su huella se nota no sólo en las paredes sino en el empuje vanguardista de sus jóvenes creadores. Otro hijo predilecto fue Cary Grant, nacido aquí en 1904 como Archibald Alexander Leach, aunque se nacionalizó estadounidense en 1942.
Está considerada como una ciudad eminentemente musical, no sólo por la actividad de conciertos sino por ser Bristol cuna de muchas bandas de punk, folk o del llamado Bristol Sound como Massive Attack. En teatro, abundan las salas, algunas históricas como el Old Vic. Y en cuanto al arte, la oferta incluye una amplia variedad de Museos, desde el MShed, que explica la historia e industria de la ciudad, a los únicos restos romanos de Bristol en la Villa Romana de Kings Weston, en las afueras de la ciudad.
Después de siglos como zona puntera en el comercio marítimo, Bristol quintuplicó su población en el siglo XIX con la instalación de muchas industrias. En la actualidad, la ciudad sigue acogiendo a importantes empresas, como la sede inglesa de Airbus o las sedes centrales de Rolls Royce o Imperial Tobacco. Al igual que en todas las urbes inglesas, el comercio brilla en todas sus calles con mercados tradicionales como el Saint Nicholas en la Old City (la ciudad vieja) o en relumbrantes centros comerciales vanguardistascomo el Cabot Circus.
Arquitectónicamente, conserva pequeños ejemplos de su esplendor pasado en la ciudad vieja, aunque la segunda guerra mundial dañó mucho Bristol a causa de los constantes bombardeos alemanes. Unas bombas que también afectaron a lo poco que queda del núcleo original de la ciudad, en la zona del Castillo. El rio y los canales son la seña de identidad de la ciudad y nada mejor para disfrutarlos que sobre el agua o desde el cielo, en cruceros fluviales o en paseos en globo. O en paseos guiados a pie por la ciudad, algunos temáticos en torno a la piratería, la esclavitud, el arte o los grafitis de Banksy….
Cómo llegar:
Al aeropuerto de Bristol llegan vuelos procedentes de Alicante, Barcelona, Madrid, Málaga y Tenerife. Desde el aeropuerto hay autobuses que acercan al viajero al centro de la ciudad.
Moneda:
En el Reino Unido, aún circula su propia moneda, la libra. En el momento de redactar esta entrada, el cambio se sitúa en 1 € = 0’72 Libras esterlinas.
Itinerario:
Comenzamos en el centro de la ciudad , en un espacio grande (mejor llamarlo así que una plaza) que se denomina Centre Promenade. Desde aquí parten los autobuses y queda la gente. Allí mismo también se ubica un teatro centenario, el Hippodrome. Este es uno de los más renombrados teatros de Inglaterra, un pais con mucha afición a las artes escénicas. Aquí se pueden encontrar las obras musicales que antes han llenado las carteleras de Londres…
Hacia el Norte, hay una escondida y empinada calle, quizá el rincón más encantador de la ciudad. Es Christmas Steps, con casas del XVIII, hoy restaurantes, vinotecas, librerías de viejo, etc. Así debía ser la ciudad decimonónica e incluso la de comienzos del siglo XX, que se perdió en los bombardeos nazis de la Segunda Guerra Mundial.
Adentrándonos en la llamada Old City, al este de Promenade, podemos pasear por el centro histórico de Bristol. Aquí podemos encontrar los edificios mejor conservados de la época victoriana. Así se pueden contemplar edificios del siglo XIX como el Corn Exchange y Saint Nicholas Market, alrededor de Corn Street. El mercado de San Nicolás es el ejemplo más claro de las galerías comerciales de la época victoriana, tan habituales en las ciudades inglesas y antecedentes de los hoy renombrados centros comerciales.
Más hacia el sur está King Street, una calle empedrada, con edificios del siglo XVII, como los antiguos hospicios o el Teatro Old Vic. La compañía Bristol Old Vic fue fundada en 1946 como una filial de la Old Vic de Londres. Ocupa el local del Teatro Real, del siglo XVIII, además de contar con otras salas más pequeñas. El Teatro Real es el teatro más antiguo de Inglaterra de los que operan de forma continuada.
En la calle está también el pub The Llandoger Trow, un edificio de factura medieval con su tradicional entramado de madera donde, dicen, se reunió Daniel Defoe con el marinero náufrago Alexander Selkind, que dio origen a la novela “Robinson Crusoe”. También se dice que en este pub se inspiró Robert Louis Stevenson para algunos detalles de su novela “La isla del Tesoro”. Siguiendo hacia el sur, está la elegante Queen Square, una plaza cuadrada con sus casas georgianas y un remanso de paz en pleno centro. Esta manzana está rodeada por el canal, el Floating Harbour.
Bordeando la manzana, paseamos por la orilla del canal donde está amarrado el barco Thekla, que alberga conciertos de bandas de rock en su interior y, a su lado, se levanta el centro de arte contemporáneo Arnolfini. Este importante espacio artístico fue creado en 1961 y recibió el nombre en recuerdo del extraordinario cuadro de Jan van Eyck, El retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa. El museo tiene una relación directa con la Tate Gallery de Londres, con la que se intercambian exposiciones y muestras.
El edificio está en la esquina del canal con el Waterfront, la zona portuaria de almacenes que ahora se han reconvertido en bares, pubs y restaurantes. Desde Arnolfini se puede atravesar ese brazo del canal por una pasarela peatonal, la de Pero, en honor a Pero Jones, un esclavo africano que llegó a los 12 años a Bristol y vivió aquí toda su vida. Un homenaje contemporáneo a esa oscura página de la ciudad, que fue centro del comercio de esclavos.
Bordeando de nuevo el canal se llega al Anfiteatro, un espacio al aire libre para actividades, y subiendo luego hacia el Norte se pasa por el Aquarium y el At Bristol Science Centre, un museo interactivo destinado a divulgar la ciencia. En la plaza de Millenium, donde se ubica el centro, se levanta una estatua de bronce del más famoso hijo de Bristol, Cary Grant, instalada en 2001
Un poco más arriba está la Catedral gótica, del siglo XIII, edificada sobre un templo románico anterior, de la que quedan restos como la sala capitular. En el siglo XII se fundó aquí la abadía de San Agustín y en el siglo posterior comenzó la reconstrucción de la iglesia normanda, en la que se construyen las bóvedas de la nave central, el coro y las naves laterales a la misma altura. Esta construcción se llamó planta de salón.
En el siglo XVI la abadía original fue destruida, como otros templos de la época, por Enrique VIII. Poco después, la iglesia original se convirtió en catedral y la nueva nave central se terminó en pleno siglo XIX en estilo neogótico. Destacan las capillas de Elder Lady, Eastern Lady y la Berkeley, todas del siglo XIII.
También son destacables el claustro al lado del jardín y el coro del siglo XIV. Precisamente, la catedral brilla en la historia por la tradición coral de los canónigos agustinos desde el siglo XII. Durante el siglo XX, el templo fue muy dañado por los bombardeos nazis en la segunda guerra mundial.
Delante de la catedral se abre un amplio parque, el College Green, que bordea el edificio semicircular del Ayuntamiento, el City Hall. Por el norte, comienza Park Stret.
En sus primeros números está el Lord Mayor’s Chapel, perteneciente al Hospital Saint Marks, del siglo XIII, aunque reformada después en el XVI. Esta capilla del señor alcalde es el único templo municipal del pais, ya que en el siglo XVI el consistorio de Bristol adquirió las propiedades del Monasterio al que pertenecía cuando se disolvieron las órdenes bajo el mandato de Enrique VIII. En el siglo XVIII se convirtió en el lugar de culto del alcalde y los concejales.
El templo contrasta con las tiendas y restaurantes que suben por la empinada calle. En el comienzo de Park Street se puede admirar una de las obras más famosas de Banksy, El amante bien dotado. Como éste hay otra media docena de grafitis del artista más conocido de la ciudad (aunque siga siendo anónimo) esparcidos por Bristol, en diferentes calles, en el puerto e incluso en el Museo.
En la primera calle a la izquierda se recrea la vida del siglo XVIII en la Georgian House. Este pequeño Museo ofrece una de las mejor conservadas mansiones inglesas del siglo XVIII. Antes de llegar arriba del todo, otro desvío a la izquierda nos lleva a Brandon Hill, una colina en la que se levanta la Torre de Cabot. Se construyó en piedra arenisca en 1897, cuatrocientos años después del viaje de Caboto a América. Se puede subir a la torre, desde cuya cima se ve una vista de toda la ciudad.
Volvemos a Park Street, que finaliza arriba de todo en la University of Bristol y el Bristol Museum & Art Gallery, edificios de principios del siglo XX, erigidos gracias al empeño del filántropo y empresario local Henry Overton Wills, que fue primer rector de la Universidad.En su honor se erigió la torre junto al edificio original de la Universidad, desde cuya cima también se ve una buena perspectiva de la ciudad. El Museo alberga en su edificio de estilo eduardiano importantes colecciones de arqueología, ciencias naturales, geología y arte de los últimos doscientos años.
Desde la University se accede andando en un cuarto de hora o en bus a Clifton Village, un barrio elegante del siglo XVIII con casas con balcones de hierro y con mucha animación, al congregar innumerables restaurantes y pubs, llenos a rebosar en fin de semana. Al norte del barrio se ubica el Zoo de Bristol y sus inmensos jardines.
Pero antes de llegar al Zoo, las calles de Clifton nos llevan directamente al Puente Suspendido y a la garganta del rio Avon. Antes de llegar al puente, el visitante puede entrar en el Clifton Observatory, que fue fábrica de tabaco y molino. Dentro se ha instalado una cámara obscura, una de las pocas en funcionamiento en Inglaterra, y se puede acceder a la cueva de Ghyston, desde la que se ve una excelente panorámica del puente y la garganta. La imponente obra del Puente Suspendido, construida en el siglo XIX, aún aguanta el paso de peatones y vehículos, en este caso a motor, más de doce mil al día. Unas torres de estilo egipcio de 26 metros sujetan la construcción, que mide de largo más de doscientos metros y que se eleva setenta y seis metros sobre el lecho del rio.
Otra ruta puede partir de Promenade, cruzar Baldwin Street y llegar al Bristol Bridge, a uno de los meandros del canal, que corre debajo de Castle Park. El parque del castillo recibe este nombre porque aquí estuvo el primitivo castillo de Bristol en el siglo XI. También destacan las ruinas de la iglesia de Saint Peter, destrozada por el tiempo y, sobre todo, por los bombardeos. Es un rincón apacible y encantador, entre el Harbourside (el canal) y el bullicioso Bristol Shopping Quarter, el barrio comercial y de compras de la ciudad.
Al norte se abre esa gran zona comercial, también llamada Broadmead, con antiguas galerías comerciales decimonónicas como Arcade o The Galleries, similares a tantas otras que se encuentran a lo largo de Inglaterra. Destaca también el moderno complejo Cabot Circus, una obra de la arquitectura contemporánea, con las grandes cadenas comerciales de moda y restauración.
Por una gran avenida, Temple Way, se cruza de nuevo el canal y se llega a la estación central, Temple Meads. El nombre deriva del barrio donde establa la iglesia de los Caballeros Templarios, la iglesia del Temple, del siglo XII, reconstruida en el XIV y destrozada por los bombardeos de la segunda guerra mundial. El edificio de la estación se remonta a 1840 como parte de la primera línea ferroviaria de pasajeros del Reino Unido y fue diseñado, cómo no, por el inefable Brunel, asociado desde siempre a esta ciudad. En esta estación se pueden tomar los trenes para admirar las ciudades que hemos visto en esta ruta, como Bath o Salisbury.
Desde ahí por Temple Gate y Redcliffe Way se llega a la hermosa iglesia de Saint Mary Redcliffe, la preferida, dicen, de Isabel I. Aquí venían los navegantes antes y después de surcar los mares para encomendarse a la Virgen. Es un templo gótico del siglo XIII. Su pórtico norte es de una original planta hexagonal. Por el puente Redcliffe se llega de nuevo a Old City y bordeando el canal se puede cruzar de nuevo por el Prince Street Bridge. Se llega a Spike Island, un trozo de tierra que separa el canal del rio Avon.
En la isla está el MShed, el museo de la vida de la ciudad que explica la historia de Bristol desde la prehistoria al siglo XXI y lo hace con objetos, arte, paneles o pantallas táctiles. Delante está el barco The Mathew, réplica del que llevó a Giovanni Caboto a América. Más hacia el oeste, se ancla otro barco, el SS Great Britain, rescatado del óxido en 1970 y restaurado a la manera victoriana tal y como lo ideó Brunel. La visita permite contemplar cómo era y cómo se vivia en el barco. Y al lado, la parada de los ferrys que realizan travesías por el canal (algunos llegan hasta la garganta del Avon), fundamentalmente en primavera y verano. Tanto aquí como en el resto del canal, durante todo el año, hay muchos barcos anclados reconvertidos en restaurantes.
Fotografías de Carmen Urbina, Daniel y José Antonio Mourenza, Nikonic-Creative Commons, Bristolpost,
